El miedo es una emoción que se desencadena por una amenaza percibida. Es un mecanismo básico de supervivencia que indica a nuestro cuerpo que responda al peligro con una respuesta de lucha o huida (Fight or flight). Como tal, es una parte esencial del mecanismo para mantenernos a salvo. Sin embargo, cuando las personas viven con miedo constante, ya sea por los peligros físicos en su entorno o las amenazas que perciben, pueden quedar paralizados o incapacitados para llevar a cabo cualquier otra acción.
Como funciona el miedo
El miedo nos prepara para reaccionar ante el peligro. Una vez que sentimos un peligro potencial, nuestro cuerpo libera hormonas que:
-Enlentecen o apagan las funciones no necesarias para la supervivencia en ese momento inmediato (como nuestro sistema digestivo).
-Agudizan las funciones que podrían ayudarnos a sobrevivir (como la vista). Nuestra frecuencia cardíaca aumenta y la sangre fluye a los músculos para que podamos correr más rápido.( En caso de tener que huir). Nuestro cuerpo también aumenta el flujo de hormonas a un área del cerebro conocida como la amígdala para ayudarnos a concentrarnos en el peligro presente y almacenarlo en nuestra memoria.
Vivir bajo una amenaza constante, real o imaginaria tiene graves consecuencias para la salud.
El miedo debilita nuestro sistema inmunitario y puede causar daño cardiovascular, afectar nuestra salud mental, traer problemas gastrointestinales como úlceras, síndrome del colon irritable, y disminución de la fertilidad. Puede conducir al envejecimiento acelerado e incluso a la muerte prematura.
El problema es que la activación crónica de los sistemas de estrés puede dañar nuestras células y alterar muchas de las funciones del cuerpo. Nuestro sistema inmune se lleva la peor parte. Aunque el estrés psicológico no es patógeno per se, el daño que causa a las células del cuerpo desencadena una respuesta inmune que nos hace más susceptibles a patógenos extraños, como virus y bacterias.
Si bien el miedo por sí solo no puede hacer que contraigamos un virus de resfriado o gripe, debilita la capacidad del sistema inmunitario para responder a los invasores, dejándonos más vulnerables a la infección. También es probable que la recuperación sea más lenta ya que el sistema inmunitario está suprimido a favor de lidiar con el estrés.
El sistema de respuesta al estrés del cuerpo debe ser autolimitado. Una vez que la amenaza percibida ha pasado, los niveles de adrenalina y cortisol disminuyen, la frecuencia cardíaca y la presión arterial vuelven a los niveles de referencia, y otros sistemas reanudan sus actividades regulares.
Sin embargo, cuando los factores estresantes y «el sentirse bajo ataque» permanecen constantes, la reacción de lucha o huida permanece activada, exponiendo en exceso al cuerpo al cortisol y otras hormonas del estrés. Las células del sistema inmune (y otros sistemas del cuerpo) no pueden responder normalmente y producen niveles de inflamación que aumentan el riesgo de problemas de salud adicionales.
El estrés también puede tener un efecto indirecto en el sistema inmunitario, ya que tendemos a recurrir a estrategias para afrontarlo poco saludables, como fumar o beber demasiada cafeína y alcohol, comer demasiado azúcar y alimentos procesados, no dormir bien, dejar de hacer ejercicio y dejar de lado las actividades sociales saludables.
¿Cómo sé si tengo baja inmunidad?
La inmunidad baja describe un sistema inmunitario que está poco activo y tiene un rendimiento deficiente, incapaz de protegernos lo suficiente contra infecciones y enfermedades.
Signos que pueden indicar baja inmunidad:
-¿Te resfrías fácilmente?
-¿Tienes más de dos resfriados al año?
-¿Estás sufriendo una infección crónica?
-¿Tienes herpes labial frecuente?
-¿Tus ganglios linfáticos están doloridos e hinchados a veces?
Las infecciones recurrentes o crónicas, incluso los resfriados muy leves, solo ocurren cuando el sistema inmunitario está debilitado. Una vez que la inmunidad se debilita, se establece un ciclo repetitivo que dificulta la superación de la tendencia a la infección: un sistema inmunitario debilitado conduce a la infección, la infección causa daño al sistema inmunitario, lo que debilita aún más la resistencia.
La reducción del estrés y el apoyo al sistema inmune es, por lo tanto, clave para reducir la susceptibilidad a los resfriados, la gripe y las enfermedades más graves.
Reducción del estrés y apoyo al sistema inmunitario.
La salud del sistema inmunitario se ve muy afectada por el estado emocional, el nivel de estrés, el estilo de vida, los hábitos dietéticos y el estado nutricional de una persona, por lo tanto, debe considerarse el apoyo en todas estas áreas.
Reduce y elimina el estrés de tu vida, especialmente el estrés crónico.
El estado de ánimo y la actitud tienen un tremendo impacto en nuestro sistema inmunológico. Cuando estamos contentos y optimistas, nuestro sistema inmunológico funciona bien. Cuando somos negativos y tenemos un estado de ánimo bajo, nuestra función inmunológica también tiende a ser baja.
Come saludable.
Elige alimentos integrales y naturales, como frutas, verduras, granos integrales, frijoles, semillas y nueces. Dos buenas reglas generales son:
¿Puedes reconocer que ha crecido de una planta o ha pastado en un campo?
Comete el arcoíris: en otras palabras, incluye frutas y verduras de todos los colores para maximizar el valor nutricional, hojas verdes; calabaza amarilla, zanahorias y boniatos, naranja, pimientos y tomates, rojo. También importante para la función inmune adecuada, es la inclusión de la familia de la brassica (brócoli, coles de Bruselas, coles, coliflor, col rizada y hojas de mostaza, rábano y nabo), bayas ricas en flavonoides (fresas, arandanos,etc) y ajo.
Ejercicio
Se sabe que el ejercicio mejora la salud del sistema inmunitario y al mismo tiempo libera endorfinas, las hormonas del bienestar, y combate el estrés.
Idealmente, deberíamos incluir 30 minutos de ejercicio aeróbico y 5 a 10 minutos de estiramiento pasivo diariamente, sin olvidar los ejercicios diarios de respiración profunda y relajación. (Yoga y Pranayama)
A los pocos minutos de comenzar tu rutina de ejercicios, aumentan los niveles circulantes de glóbulos blancos, células asesinas naturales y otros agentes para combatir enfermedades. Si los comparamos con las fuerzas de operaciones especiales de los militares, estos guerreros del sistema inmunitario buscan y atacan virus o parasitos invasores. Cuanto más activo/a seas, más activo tiende a ser tu sistema inmunológico.
Estilo de vida
Tómate el tiempo cada día para jugar, seguir tus pasatiempos y disfrutar de la compañía de familiares y amigos.
Por extraño que parezca, la risa es excelente para tu función inmune. Aumenta los glóbulos blancos que combaten las infecciones y reduce los niveles de hormonas del estrés en el torrente sanguíneo. Dormir, ¿no te parece una buena idea? La privación del sueño y los problemas del sueño abundan en la sociedad actual, también la fatiga en la escuela y el trabajo. Establecer una rutina de sueño saludable y obtener el sueño óptimo de siete horas y media a nueve por noche es importante para mantener el sistema inmunológico funcionando a la máxima velocidad.
Medita
La meditación tiene muchos beneficios para la salud y es una forma muy efectiva de aliviar el estrés y mantener un estilo de vida más saludable. Con la práctica, la meditación se convierte en un hábito más fácil de mantener y más efectivo, dado que crea resistencia ante el estrés con el tiempo. Esforzarte por aprender y practicar la meditación puede transformar tu vida.
Y por ultimo Agradece, ser agradecidos por todo aquello que tenemos en la vida, en vez de enfocarnos en todo lo que nos falta o no tenemos, eleva nuestra vibración y envia a nuestro cuerpo un mensaje de que todo está bien, ayudandolo así a cumplir todas sus funciones vitales.
Aquí un vídeo con más consejos para fortalecer tu sistema inmunológico, del Doctor Joe Dispenza y el Doctor Bruce Lipton.
LOKAH SAMASTAH SUKHINO BHAVANTU
OM SHANTI SHANTI SHANTI OM
Que la felicidad,la paz y la libertad lleguen a todos los seres de este planeta.
NAMASTE.
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